domingo, 28 de octubre de 2012

El arte de la guerra

Un libro de estrategia milenario, en cómic. 

El Arte de la guerra de Sun Tzu ha sido, posiblemente, el libro más leído por estrategas a lo largo de la Historia y esta semana he descubierto esta original adaptación: la versión cómic. 

Según la leyenda, Sun Tzu nació en el seno de una familia noble en lo que hoy en día es el norte de Shanghái y recibió buena educación militar desde bien joven. Dedicó su vida a entrenar al ejército y aunque su premisa fundamental consistió en evitar el conflicto, lo cierto es que acabó rompiendo la paz e invadiendo otros territorios. Su ejército jamás fue vencido, ni siquiera cuando se enfrentó con treinta mil hombres a más de doscientos mil enemigos. 
Grupo Anaya
Sun Tzu escribió los primeros trece capítulos de su obra (llegó a ampliarla hasta los ochenta y dos) hace más de dos mil años y aún hoy es estudiada en multitud de disciplinas y aplicada a infinidad de campos. 

Es importante destacar el hecho de que éste no es un libro sobre la guerra sino más bien sobre cómo salir victorioso de las adversidades, de los conflictos o de cómo afrontar retos que suponen el enfrentamiento con enemigos tanto literales como metafóricos. 

Esta versión cómic se apoya en ejemplos que pasan por Nueva York, París o Amazonas, situados en épocas tan diferentes como los años sesenta, el final de los años veinte o la actualidad, para explicar los postulados más importantes en los que se basa El arte de la guerra y que todo estratega debería conocer. 

Una obra sobre liderazgo, sobre el triunfo de la inteligencia por encima de la fuerza, más allá de la superioridad numérica que vuelve en un formato muy actual. Se puede abordar en apenas un par de horas pero su contenido es susceptible de estudio y desarrollo durante años. 

Leyendo El arte de la guerra uno se da cuenta de que sí que es posible, si uno lucha lo suficiente y si  aprovecha bien sus recursos. La importancia de esto se pone de manifiesto ahora más que nunca y de manera exponencial en este entorno económico, laboral y social cada vez más hostil, donde día a día nos tenemos que batallar contra “enemigos”, entiéndase por éstos bien competidores directos e indirectos, sean personas o situaciones que hacen peligrar nuestra posición o nos impidan avanzar en la dirección que pretendemos. Estos enemigos nos superan en número en la mayor parte de las ocasiones, en medios e incluso, a veces, también en inteligencia, lo que nos obliga a optimizar nuestra estrategia si queremos vencer y salir reforzados. 

Sun Tzu defiende que la mayor expresión de liderazgo consiste en obstaculizar los planes del enemigo, ganar sin luchar, pero que si, de todos modos, hay que pelear el objetivo será una victoria rápida que minimice las pérdidas. Eso sólo se consigue a través del auto-conocimiento y la profunda evaluación del adversario, pues es él mismo, quien nos otorgará la oportunidad de atacar.

miércoles, 3 de octubre de 2012

El silencio de tu nombre

La valentía, el honor y el amor escriben un punto y aparte en el género literario. Mañana estará en las librerías El silencio de tu nombre, la nueva novela de Andrés Pérez Domínguez.
Plaza & janés
Cinco años después de terminar la Segunda Guerra Mundial, Erika Walter vive con aparente tranquilidad en su casa de Salzburgo temiendo, o quizás esperando, que el pasado inevitablemente la encuentre. Cuando esto ocurre, porque siempre acaba por ocurrir, la mujer se dirige a Madrid cargada con un maletín con documentos que comprometen a una serie de altos cargos nazis. Al enterarse de su repentina huida, su amante el capitán Martín Navarro decide dejar París, donde reside, y seguirla hasta España aun a riesgo de ser capturado por la policía franquista o acusado de traición por sus camaradas del Partido. Ambos se verán envueltos en una trama bien hilada con la que el autor consigue mantener al lector en vilo desde la primera hasta la última página entre persecuciones trepidantes, interrogatorios sobrecogedores, idas y venidas.
¿Que si hay más? Pues sí, mucho más. 

Esta es sin duda, y más allá de la propia historia, una novela de personajes, donde éstos no sólo sirven de mero puntal a la narración de los hechos sino que adquieren una complejidad psicológica sorprendente y que, desde luego, marcan la diferencia de éste con otros libros de espionaje. Y es que al valiente capitán Navarro y a la enigmática Erika Walter se unen Gregorio León, un periodista deportivo tan ingenuo como romántico y otros más igualmente fascinantes entre los que encontraremos a algunos que ya conocimos en anteriores títulos del autor, concretamente en El violinista de Mathausen y La clave Pinner. Héroes, pasiones, desengaños e ideales descoloridos envuelven las decisiones, los conflictos interiores y las reflexiones de estas personalidades concebidas y desarrolladas por la imaginación portentosa y la sensibilidad de Andrés Pérez Domínguez.

El silencio de tu nombre sabe a cine, hace mella y combina el entretenimiento de la aventura anglosajona con la potencia de la narrativa española, lo que supone un punto y aparte respecto de otras novelas del género. Es ese poder, esa capacidad de abrir una brecha en el lector lo que la hace única, diferente e incomparable. Así de simple y de complejo al mismo tiempo. 

Yo, que acostumbro a leer con un lápiz en la mano, no he dejado ni una de las seiscientas tres páginas sin mácula, pues en todas y cada una he subrayado uno o varios párrafos por delicados, visuales o salvajes, por contribuir, en definitiva, a dejar esa huella indeleble que todo buen libro ha de grabar. También, se me hace fundamental destacar el dominio de los tiempos y de los recursos literarios por parte del autor que dan esa textura y ese estilo propio a su prosa, haciéndola inconfundible.

¿Aun más? Pues sí, mucho más, porque este libro siembra la duda, no sé si metódica, razonable o neurótica, pero duda, al cabo, en las convicciones, los principios, y en todas esas palabras grandilocuentes por las que mueren tantas personas y de tantas formas diferentes. Quizás, aquel contexto histórico tan confuso e inquietante tenga precisamente eso que ver con el que vivimos ahora porque hoy dudamos más que nunca y los lindes entre lo correcto y lo incorrecto, entre “malos” y “buenos” se difuminan peligrosamente hasta el punto en el que tales dicotomías se antojan ya tristemente obsoletas. Dudamos, por tanto, sistemáticamente de todo y de todos y nos hacemos insensibles, escépticos y cínicos incluso ante las injusticias, aunque éstas vayan precisamente en nuestra contra. En estos tiempos que corren es fácil preguntarse si no era más sencillo, aunque errásemos, creer en algo y luchar por ello hasta el final porque ahora, sin embargo, nos queda poco más que lamentarnos por no ser ya capaces de conmovernos siquiera ante las revoluciones. Dudamos, sí, hasta de nosotros mismos.

Y todavía hay más, pues aunque acabo de terminar de leer El silencio de tu nombre, ya tengo ganas de comenzarlo de nuevo. Guárdenme el secreto.